I am Isabel, I will go back 18 years ago, in my country Venezuela, when I was over 20 years old and at that time in my life, I longed to have a son or a daughter. At that time, I had my boyfriend, but at the same time we had problems, until we broke up and he went with another girl, I was devastated, but I had to move on with my life. Shortly after, I felt physically ill, tired, dizzy, nauseous, so I went to the doctor, and he told me I was pregnant. That news came to me with a mix of emotions: joy, sadness, anguish, hope. I thought, what will happen to my baby? My parents supported me in every way; however, they did something that affected me greatly, and that hid my pregnancy. Only my immediate family knew about it. My ex-boyfriend at the time was unaware of it. When I was already 3 months along, my pregnancy became complicated, so I had to be on absolute bed rest, isolated from life outside the home, only sheltered in a room watching television and daydreaming about an uncertain future. That's how I spent the rest of the pregnancy. Later, I found out that I was going to have a daughter, and I imagined what it would be like, but then I was overcome with sadness when the doctor told me that the chances of successfully completing my pregnancy were slim. The following month, everything happened. My pregnancy was no longer bearable. I was confined to two hospitals until September 14, 2006, when my daughter was born: Isabel de los Ángeles, underweight and with multiple illnesses. I found the strength I didn't have to help her live. She was in neonatal care at the hospital, so I had to go see her every day in the afternoons. I talked to her, touched her with gloves, sang to her, and bought her any medicine she needed, all with the hope that she would survive. On October 8, 2006, when I arrived at the hospital to see my daughter, she wasn't there. I asked the nurse, and she told me that the pediatrician was waiting to talk to me. There she gave me the news. My daughter had died. My first daughter, my Isabel de los Ángeles, was no longer going to be with me. The doctor told me: God knows what he's doing. If she was going to live, she was going to suffer, and you were going to suffer too! When I heard that news, I remembered all those months she was in my womb, and the song I heard every day on the radio when I went to visit her. It just so happens that she lived 23 days, and I was 23 years old, very young to go through that situation, because I had to think and think that what happened was for a reason. The following days were very difficult, I had to accept that reality, I didn't know that I had a little angel in heaven who was taking care of me and protecting me and when I thought about that, I remembered the doctor's words, God knows what he's doing. I had to do something, all those feelings I had gave me strength to study school counseling, and thus be able to help students and the families of students, I knew that all that love I was going to give to my daughter, not only was I going to give it to my next daughter, but also to all those students who needed it. I had to turn sadness into hope. Once, when I was in an orientation class at the University, a professor told us that the key to connecting with people is to talk about our experiences, whether good or bad, and other people can identify with us and know that they are not alone. From that moment on, I decided to tell my experience of my daughter's death, since my parents never let me tell it. I felt that a burden was lifted off me, that I was a normal person, who went through a difficult and painful situation and that little by little I overcame it with study and with the vision of helping other children and their families. When I wanted to have another child, I was very cautious about it, so I prepared myself physically and mentally, I took medicine, I planned my pregnancy and my other girl was born in 2009, completely healthy, it was what I most longed for. It had already been three years since my first pregnancy. Now with the deepest love to give thanks to resilience. Life is full of obstacles, difficult situations, achievements, opportunities, but the most important thing is to learn from them, to talk about what happens to us, from our experiences, so that other people know that they are not alone and that they also go through similar situations. For that reason, I am telling my story.

Mi historia se trata acerca del fallecimiento de mi primera hija y cómo pude superar esa situación a través de la preparación académica. Es una historia triste, pero a la vez muestra la fuerza de lucha. Cada lector puede conectar con la historia y más aquellas personas que tienen hijos. Tomar consciencia del hecho de ser madre y lo que significa esto, atravesando procesos por los cuales pueden ser buenos y malos. Mi historia: Soy Isabel Cordero, me remontaré hace 18 años atrás, en mi país Venezuela, cuando tenía más de 20 años y en ese momento de mi vida, ansiaba tener un hijo o una hija. Para ese entonces, tenía mi novio, pero a la vez teníamos problemas, hasta que nos separamos y él se fue con otra chica, yo me quedé destrozada, pero tenía que seguir con mi vida. Al poco tiempo, me sentía físicamente mal, cansada, con mareos, náuseas, por lo tanto, fui al doctor, y me dijo que estaba embarazada, esa noticia vino a mí, con una liga de emociones: alegría, tristeza, angustia, esperanza, pensaba ¿qué va a pasar con mi bebé? Mis padres, me apoyaron en todos los sentidos, sin embargo, hicieron algo que me afectó mucho, y fue el ocultar mi embarazo, solamente mi familia directa sabía, mi exnovio en ese momento no tenía conocimiento de ello. Al estar ya con 3 meses, mi embarazo se complicó, por lo cual tenía que estar en reposo absoluto, aislada de la vida fuera de la casa, solo refugiada en un cuarto viendo televisión, y soñando despierta, con un futuro incierto. Así duré el resto del embarazo. Posteriormente, me entero de que iba a tener una hija y me la imaginaba como iba ser, pero luego me invadió la tristeza, cuando el médico me dice que las posibilidades de culminar mi embarazo exitoso, era poca. Al mes siguiente ocurrió de todo, ya mi embarazo no aguantaba más, estuve en dos hospitales recluida, hasta que un 14 de septiembre de 2006 nació mi hija: Isabel de los Ángeles, con bajo de peso y con múltiples enfermedades. Saqué fuerzas de donde no tenía para que ella viviera, ella estaba en cuidados neonatales del hospital, por lo que tenía que irla a ver todos los días en las tardes, le hablaba, la tocaba con guantes, le cantaba, cualquier medicina que necesitaba se la comparaba, todo con la ilusión de que saliera adelante. El 08 de octubre de 2006, al llegar al hospital a ver a mi hija, no estaba, pregunté a la enfermera y me dijo que me esperaba la pediatra que iba a hablar conmigo, allí me dio la noticia, mi hija había fallecido, mi primera hija, mi Isabel de los Ángeles, ya no iba a estar conmigo, la doctora me dijo: Dios sabe lo que hace, si ella iba a vivir, iba a sufrir, ¡y también ibas a sufrir tú! Al escuchar esa noticia, me vino a la mente, todos esos meses que estuvo ella en mi vientre, y de la canción que escuchaba todos los días en la radio cuando la iba a visitarla. Da la casualidad de que ella vivió 23 días y yo tenía 23 años, muy joven para atravesar esa situación, porque lo que tuve que pensar y pensar que lo que pasó fue por algo. Los días siguientes fueron muy difíciles, tenía que aceptar esa realidad, no sabía que tenía un angelito en el cielo que me cuidaba y me protegía y al pensar en eso, recordé las palabras de la doctora, Dios sabe lo que hace. Debía hacer algo, todos esos sentimientos que poseía me dieron fuerza para estudiar orientación escolar, y así poder ayudar a los estudiantes y a la familia de los estudiantes, sabía que todo ese amor que iba dar a mi hija, no sólo que se lo iba a dar a mi próxima hija, sino también a todos esos estudiantes que lo necesitaban. Tenía que convertir la tristeza en esperanza, una vez que estaba en clase de orientación en la Universidad, un profesor nos dijo que la clave para conectar con las personas es hablar de muestras experiencias, sean buenas o malas, y otras personas pueden sentirse identificadas con nosotros y saber que no están solas, desde ese momento decidí contar mi experiencia del fallecimiento de mi hija, ya que mis padres nunca me dejaron contarlo, sentí que se liberaba una carga de encima, que era una persona normal, que pasó por una situación difícil y dolorosa y que poco a poco fue superándolo con estudio y con la visión de ayudar a otros niños y sus familias. Al querer tener otro hijo, fui muy cautelosa con ello, por lo que me preparé física y mentalmente, tomé medicinas, planifiqué mi embarazo y nació mi otra niña, en el año 2009, completamente sana, era lo que más anhelaba ya había pasado tres años de mi primer embarazo. Ahora con el amor más profundo para dar gracias a la resiliencia. La vida está llena de obstáculos, de situaciones difíciles, de logros, de oportunidades, pero lo más importante es aprender de ellas, de hablar sobre lo que nos acontece, de muestras experiencias, para que otras personas sepan que no están solas y que también pasan por situaciones similares. Por ese motivo, estoy contando mi historia.