Hace unos años atrás vivía con un corazón lleno de ambición y prepotencia hacia los demás, y mi único objetivo en la vida, era obtener cosas materiales, hasta que hubo un alto en el camino que me hizo replantear mi manera de ser y de pensar, a través de dos situaciones: La primera, fue que una amiga comenzó a indagar del porqué de mi manera de ser soberbia, teniendo en cuenta que cuando me conoció, yo era una persona sencilla y humilde, y me habló que había un Creador quien estaba en todo tiempo en control de nuestras vidas y quien también pesaba los corazones de cada uno; y la segunda, una grave recaída que tuvo mi hermano quien tuvo que ser internado en el hospital sin respuesta alguna por parte de los médicos quienes no lograban encontrar la raíz de su enfermedad. La desesperanza y el desánimo comenzaron a agobiarnos a mi familia, mis sobrinos y a mí, y ahí pude recordar las palabras de mi amiga quien, en aquella última conversación, me dijo que el Creador estaba en control de todo y nos amaba a pesar de nuestras fallas. De inmediato, tomé la decisión de poner mi fe en Aquel que lo podía todo, y comencé a descansar en Su misericordia, Su compasión y Su poder. Con el paso de los días mi hermano comenzó a mostrar mejoría y finalmente su diagnóstico comenzó a ser positivo y salió del hospital sano. En los momentos donde somos más frágiles, la mente nos trae confusión, nos hace desfallecer y lleva al desánimo. Como figura masculina en mi familia, las expectativas estaban puestas en que yo mostrara valentía ante esta circunstancia dolorosa y debía fortalecer a mi familia, mostrándoles que debíamos ser valientes y positivos confiando en que las cosas iban a obrar para bien y que mi hermano iba a salir de ese hospital sano; y fue así como tuve el coraje de guiar a mi familia en un ambiente de paz, poniendo nuestras preocupaciones en Dios quien tiene el control de todo, buscándolo en oración, ya que como dice en Su Palabra “Más vale un día en tu presencia, que mil fuera de ella” . Y allí pude entender que lo más valioso que puedo tener es el amor de Dios. Jesucristo, mi Señor, es el que siempre ha estado conmigo, y me ha abrazado en los momentos difíciles en mi vida. En diferentes situaciones me he sentido desafiado porque la vida toma rumbos que quizás no me agradan, pero solo Él sabe qué es lo mejor para mi vida y por eso he decidido confiar en Él. He visto su provisión en todo; Él puso a una buena mujer, quien hoy en día es mi esposa; ha mantenido unida a mi familia; ha proveído el trabajo para tener el alimento en mi mesa, y es quien da salud a mi familia. Dios me ha hecho la persona que ahora soy. ¡Dios derramó su sangre en la cruz y dio su vida por mí y por ti, si decides creer! “Clama a mí y yo responderé y te ensenaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” Jeremías 33:3